La aromaterapia es un arte y una ciencia milenaria que consiste en el armado y combinación de extractos de aceites esenciales que ayudan a crear balance, armonía y promover la salud del cuerpo, mente y espíritu. Estos aceites solo pueden extraerse de plantas aromáticas y cada uno posee cualidades curativas propias. El uso terapéutico de las plantas aromáticas es tan antiguo como la civilización misma. Plantas tales como el hinojo, las semillas de cilantro, el comino y muchas otras han sido encontradas en sitios de cementerios antiguos. Muchos textos de Asia hasta el Antiguo Egipto y gran parte de la región del Mediterráneo describen procedimientos y rituales en los cuáles se realizaban ungüentos curativos, aceites medicinales, cataplasmas y perfumes curativos.
La práctica de utilizar fumigaciones aromáticas para elevar el espíritu y ayudar en la cura de enfermedades ha sido utilizada también por las civilizaciones más grandes de la historia. Son numerosas las referencias en textos antiguos a "perfumes mágicos" que incrementan la atracción entre personas y que prometen la felicidad. Los perfumes espirituales para ceremonias religiosas también han sido utilizados históricamente, incluso en el Antiguo Egipto y la Inglaterra de los Tudor.
En 1887, en Bretaña, comenzó la primera investigación científica sobre los aceites esenciales y sus efectos en microorganismos. Esto ocurrió porque comprobaron que trabajadores, ocupados en el procesamiento de flores y hierbas, estaban libres de enfermedades respiratorias, a pesar de la difusión prolífica de la tuberculosis. Se realizaron investigaciones adicionales en Francia por Chamberland, que luego fueron confirmadas por Cadac y Meunier. Estas investigaciones concretaron que algunos aceites esenciales tenían la habilidad de matar los microorganismos responsables de la fiebre glandular y la fiebre amarilla.
El desarrollo de nuevos procesos químicos hizo más fácil la extracción de aceites de las plantas, pero también se crearon versiones sintéticas y más baratas de los componentes de los aceites esenciales. Esto provocó la producción en masa de remedios que contenían ingredientes artificiales en lugar de fórmulas naturales. La medicina herbal pronto se consideró "charlataneria" en comparación con las alternativas científicas.
En 1896 comenzó una revolución científica con el desarrollo constante de la ciencia química. El pensamiento nuevo implicó aislar un compuesto químico activo de una planta y sintetizarlo para la producción en masa. Desafortunadamente, esta decisión significó que las versiones sintéticas contuvieran muy pocas de las propiedades terapéuticas del original. La industria del perfume también experimentó un desarrollo estable durante este periodo, abarcando el uso de estos nuevos sintéticos aromáticos. En este período la ciudad de Grasse en Francia se convirtió en el centro mundial del cultivo y la extracción de esencias.
Durante las décadas 1920 y 1930 los médicos italianos Renate Carola y Giovanni Garri condujeron experimentos sobre los efectos psicológicos de los aceites esenciales en las personas. Observaron los efectos de los aceites sobre la presión arterial, el sistema nervioso, el pulso y la frecuencia respiratoria, en particular sus efectos estimulantes y calmantes, junto con los efectos antibacterianos.
Después de la Segunda Guerra Mundial, la industria de la aromaterapia se fortaleció gradualmente expandiéndose desde la industria de la belleza a entornos de salud, hospitales, centros médicos y centros de salud complementarios. El enfoque clínico de la aromaterapia siguió desarrollándose en Francia. En 1969, Maurice Girault desarrolló el ‘aromatograma’, basado en las investigaciones de Schroeder y Messing. El aromatograma incluye una técnica de laboratorio que identifica las habilidades antimicrobianas de aceites esenciales específicos con relación a patógenos microbianos. Como resultado de este desarrollo, se llevaron a cabo investigaciones adicionales sobre el potencial antimicrobiano de aceites esenciales. Mientras tanto, en Francia, Daniel Penoel (estudiante de medicina y naturopatía) se interesó por el trabajo de Jean Valnet y colaboró con el químico Pierre Franchomme para desarrollar lo que actualmente se conoce como la "aromaterapia científica". Su enfoque fue tratar infecciones con aceites esenciales, hoy se conoce como ‘aromatologia’ o ‘medicina aromática’.
En la actualidad, los efectos positivos de la aromaterapia se comprueban mediante investigaciones clínicas en laboratorios de todo el mundo, a pesar de que la utilidad de estos aceites, paradójicamente, ha sido reconocida y aplicada durante miles de años.
Los efectos de un aceite esencial sobre el estado de ánimo y emocional pueden ser prácticamente instantáneos y son el resultado de una actuación tanto directa como indirecta a nivel del Sistema Nervioso Central (SNC). Los aceites esenciales se emplean principalmente por vía inhalatoria, por vía tópica externa (transdérmica) o por vía interna (oral). En cualquier caso, sus diferentes constituyentes deberán ser absorbidos en mayor o menor grado, pasar a la circulación sanguínea y ser transportados hasta zonas específicas del cerebro, donde interactuarán con diferentes tipos de receptores.
En la administración por vía nasal, además de la absorción a través de la mucosa respiratoria, es importante también la absorción a través de la región olfatoria y la percepción del olor. A diferencia del resto de los sentidos, el estímulo olfativo accede directamente al cerebro, en concreto a la corteza primaria y al sistema límbico, en particular la amígdala y el hipocampo, generando una respuesta inmediata tanto en relación a la percepción del olor como emocional. De este modo, un olor según sea percibido como agradable o desagradable y sea relacionado con alguna experiencia anterior puede también afectar al control hipotalámico de hormonas y neurotransmisores.
La evaluación del efecto que provocan los aromas en nuestras emociones se realiza a partir de apreciaciones tanto subjetivas (agrado-desagrado, intensidad, …) como objetivas. Estas últimas se refieren al estudio de las respuestas generadas a nivel de SNA tras la olfacción del aroma (frecuencia cardíaca y respiratoria, presión arterial, conductancia de la piel, frecuencia de parpadeo, …), y al estudio del registro de la actividad cerebral (EEG) y de imágenes cerebrales que se ven modificados por los estímulos olfativos.
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